Calesita

martes, 25 de abril de 2017

La Iglesia de los deconstructores

Deconstrucción con violín de Jorge Morgan

El discernimiento es una capacidad que tiene el ojo de la mente, para descubrir la Luz.
Los griegos usan para esta operación, el verbo διακρίνω, un compuesto entre la preposición δια, "a través de..." y el verbo κρίνω, "distinguir". Su significado indica esta serie de acciones:
1. Descomponer una realidad en todos su elementos.
2. Juzgar e interpretar esta realidad una vez diseccionada.
3. Resolver acciones sobre dicha realidad.

LOS FÓSILES DEL 60. – Fue un método de trabajo muy usual en la década del 60: Allí se proclamaba haciendo sonar fuerte estas tres trompetas: Ver, juzgar y actuar.
Bergoglio es un producto acabado de la década del 60. Como buen fósil de esos años, ordena aplicar este método de análisis a diestra y siniestra.

LAS DIFICULTADES DEL MÉTODO. – Sucede que esta operación de la persona, no es tan sencilla, y acarrea una serie de dificultades, por la cual el método resulta muchas veces un fracaso. Enumeremos algunas de ellas:
1. Quien practique el discernimiento, debe poseer el espíritu de la decodificación.
El conocimiento en base a la decodificación o a la deconstrucción, no es algo corriente. Son pocos los decodificadores. Esto hace, que el ignorante que mande deconstruir a quien no sabe hacerlo, y nunca lo hizo, le haga proceder con más errores de los que ya cometía.
En esto es proverbial la ignorancia de Bergoglio, la cual busca simplificar las cosas, cayendo no solo en errores doctrinales, sino en errores de ejecución. Bergoglio es desde hace unos meses por este y muchos otros motivos, un "papa" acabado, sin autoridad alguna.
2. Quien practica la decodificación, debe poseer una sólida doctrina.
Durante el discernimiento se emite un juicio; y todo juicio se basa en una ley, es decir, en una doctrina fija, en una forma de pensamiento. Si no existe doctrina, el juicio es subjetivo y circunstancial.
Si Bergoglio escribe en sus documentos, que los dogmas son verdades abstractas, o se emiten documentos con doble y ambiguo lenguaje, el discernimiento producido será forzosamente subjetivo, parcial y erróneo.
Esto es algo realmente diabólico: dejarse llevar en el juicio, no por la ley, sino por los sentimientos personales, tal como él lo impulsa.
3. El decodificador de la realidad, debe saber interpretar.
Discernir, es una hermenéutica de la realidad. Si no se sabe interpretar, no se puede ver ni un rayo de Luz en ella. Este es un ejercicio que no se improvisa, se debe tener dote natural para el mismo, junto a un ejercicio permanente en uso.
Bergoglio es un pésimo intérprete de las Escrituras; lo dicen todas las subjetividades que lanza en las homilías; de allí que su dote de discernimiento es decididamente mala. Para llevar a la Iglesia hacia una división, es que no se sabe decodificar, y se es incapaz de interpretar, todo porque no acierta al discernir.
4. Es un mito, que quien sabe discernir no es rígido.
La rigidez del discernimiento se basa en la ley o doctrina. Quien es rígida es la doctrina, no quien emite el juicio.
Este es el grueso error de Bergoglio, quien critica los seminarios por su rigidez. De allí que la flexibilidad o rigidez en la determinación, no responde a la persona, ni al caso de la realidad concreta, sino a la doctrina.
Decían los antiguos romanos, que se debía perseguir al cristianismo por su gran rigidez; de allí su acusación de misantropía. Los mártires son el ejemplo de rigidez y misantropía por seguir una doctrina en toda su ley.
El hecho de criticar los seminarios por su falta de discernimiento, no es culpa de los seminaristas que son los que aprenden, sino de sus profesores o “doctores”. Profundizando nuestra decodificación, tampoco los profesores de seminario son responsables, sino los inútiles que los prepararon y les otorgaron el título, casi todos licenciados en Roma. En esto, como de costumbre, Bergoglio siempre cava su propia fosa.

CUANDO BERGOGLIO ACIERTA Y DESACIERTA. – Acontece en todo esto que Bergoglio posee algo de verdad: estos clérigos de la modernidad son inútiles para decodificar, para deconstruir o para discernir. Hasta un ciego puede notar esto. Aquí Bergoglio puso el dedo en la llaga. Tan inútiles son, que el mismo Bergoglio es el mejor prototipo de esta especie clerical. 
En la política es donde esta cualidad brilla; un brillo que Bergoglio no tiene, pues su martillo nunca da en el clavo de los sucesos, de allí que su política va a contramano de los acontecimientos. Todo parece indicar, que busca restablecer la supremacía papal en el orden político; pero el mundo que él cree poseer lentamente se le esfuma de las manos.

LOS DECONSTRUCTORES. – Los profetas eran decodificadores, de allí que la inspiración era realmente divina, pues se añadía a la capacidad natural de saber deconstruir.
La deconstrucción profunda, cual otra musa, es de orden divino; una luz de los resplandores divinos, que solo tocan a algunos, y cuando hablan, estos nunca son oídos.
El hecho es que muchos clérigos no saben discernir. Lo vemos en las idioteces que afirman en los mal llamados casos de apariciones: todos pésimamente deconstruidos.
Todo esto hace que la iglesia bergogliana vaya a la deriva, sin puerto fijo, dentro de un mar embravecido, donde ni siquiera parece que se pidiera el auxilio divino, pues muchos son tan arrogantes que como ciegos se aliaron con las olas que a cada instante golpean el casco de la nave.



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