El himno de
Laudes para el 15 de agosto, fiesta de la Asunción de María
Santísima, fue compuesto por el himnógrafo oficial de la
Congregación de Ritos, el jesuita Victtorio Genovesi (1887-1967),
quien fue un latinista y poeta refinado, el cual perteneció a dicha
Congregación desde 1942. Sus composiciones obtuvieron distintos
premios internacionales.
El himno que pasamos a comentar es una
joya de arte literario, donde se unen belleza y teología, para
hacerse oración. Hoy estamos acostumbrados a una liturgia
antropológica, carente de belleza. Esta composición se realizó
dentro de una liturgia que llevaba otros parámetros, perdidos en el
torpe rito actual. No es de extrañar, que nuestros neomodernos
(aquellos que aún rezan las horas), ignoren esta composición.
Leer este himno en castellano, es
destruirlo, de allí que la belleza literaria debe apreciarse en su
idioma de origen; por eso presentamos el texto latino y su
significado castellano aparte.
La composición se arma sobre el esquema
de la estrofa sáfica. Este esquema se origina en la poetisa Safo que
pertenecía a la isla de Lesbos y vivió entre los siglos VII y VI
antes de Cristo. En castellano es una estrofa compuesta de tres
endecasílabos y el último pentasílabo, el cual siempre se inicia
con la primera y cuarta sílaba acentuada. Este verso también se lo
llama verso adónico, pues se origina de “¡Oh Adonis!” En latín,
donde el concepto de versificación es otro, el verso adónico se
compone de un dáctilo y de un troqueo: –∪∪ – –.
***
1ra. Estrofa:
Se inicia la composición con una
descripción de la señal presentada al inicio del Cap. XII del
Apocalipsis. Este signo apocalíptico, es atribuido a la Virgen en el
himno por un vocativo: (o Virgo), ignorando las distintas
interpretaciones de los iconoclastas, tanto protestantes, como
católicos protestantizados, que eluden el misterio mariano en esta
señal, y hasta lo niegan, contrariando abiertamente toda una
tradición en este sentido.
Solis, o Virgo, rádiis amícta,
Bis caput senis redimíta stellis,
Luna cui præbet pédibus scabéllum
Inclita fulges.
Oh Virgen, vestida de sol,
que ciñes en tu sien una corona de
doce estrellas
y teniendo la luna por escabel de tus
pies,
resplandeces de hermosura.
El último verso, el adónico, exalta su
resplandor, al estar vestida del Sol: (Inclita fulges). La
señal es una imagen del universo mismo: estrellas, luna y sol. Esta
imagen universal, es el signo del universo espiritual. El Sol es
Jesucristo; la Luna, su Iglesia; las estrellas, la doctrina enseñada
por los doce apóstoles y sus seguidores, los santos doctores y
profetas. El hecho de llevar este vestido luminoso, señala la
profunda unidad con la Santa Trinidad, pues la Luz es Dios mismo.
2da. Estrofa:
De los atributos expuestos en la 1ra.
estrofa, el autor pasa a explayar el significado de los mismos, no ya
en lenguaje simbólico como lo hace el Apocalipsis, sino ahora en
lenguaje teológico:
Mortis, inférni domitríxque noxæ,
Assides Christo studiósa nostri,
Teque regínam célebrat poténtem
Terra polúsque.
Tú eres la Vencedora de la muerte y
del castigo del Infierno,
sentada junto a Cristo, para ser
Protectora nuestra
a Quien celebran como Reina poderosa,
el Cielo y la tierra.
Si la Virgen se viste de Luz es una
consecuencia por vencer la muerte y el abismo profundo. Es la fiesta
que celebramos. Vencer la muerte y el Hades, es estar vivo:
...y ahora he aquí que vivo por los
siglos de los siglos, y tengo las llaves, de la muerte y del Hades
(ᾅδου). (Ap. 1,18 b)
El hecho de estar sentada (assides)
junto a Cristo indica la realeza. Esta realeza se basa en la
tradición davídica, donde las reinas, eran las madres de los
monarcas reinantes, no sus esposas.
Esta realeza mariana no se emplea como
una carga para el cristiano; sino como una asistencia diligente,
aplicada, gustosa y efusiva. Todo esto dice el participio studiósa.
Por último dará el ámbito de la
realeza mariana: la tierra (Terra) y la estrella polar
(polus), metonimia poética del cielo.
Esta realeza, significada en la corona de
doce estrellas, no es absoluta, sino relativa a su hijo, Cristo. Por
Él la recibe, con Él la comparte, no como eje de la realeza, sino
como studiosa. Esta corona, es la doctrina, que como las
estrellas, no muta en el cielo y refulge en el universo de la Fe.
De esta participación en el reinado, es
el hecho de ser llamada vencedora de la muerte y del Hades. Y,
reiteramos, en esto consiste esta fiesta, en vencer la muerte y el
Hades.
3ra. Estrofa:
Esta estrofa hace uso del hipérbaton 1
poético, para ajustar las palabras a la métrica del verso sáfico,
de allí que lo traducimos en forma lógica, no poética. Esta es la
dificultad de traducir ciertas poesías.
Damna sed perstat sóboli minári
Créditæ quondam tibi dirus anguis;
Mater, huc clemens ades, et malígni
Cóntere collum.
La estrofa alude al llamado por algunos,
el protoevangelio. Se refiere al Génesis 3,15. El himno aquí
se hace la súplica de la descendencia amenazada por la antigua
serpiente; pero esta descendencia fue confiada a la Virgen María, y
allí alude al pasaje del Evangelio de San Juan 19,25-27. Por
consiguiente escribe el poeta latino:
Pero (sed) la funesta (dirus)
serpiente (anguis) persiste (perstat) con daños (damna) a la
descendencia (sóboli), un día (quondam) a ti (tibi) confiada
(créditæ).
Los dos últimos versos, consuman el
protoevangelio, mediante esta súplica:
Oh Madre, ven aquí con clemencia
y aplasta el cuello del maligno.
Un párrafo aparte merece la
interpretación del Génesis 3,15. Los protestantes y católicos
protestantizados, creen ver a Jesucristo pisando la cabeza de la
serpiente antigua. Todo se basa en una mala traducción del hebreo.
Si bien el pronombre está en masculino, siendo esta una acción
varonil, como es el hecho de pisar la cabeza de una serpiente; quien
lo hace es la mujer. De allí que la Tradición tradujo este
pronombre como un femenino enfático: es decir, una mujer ejecuntando
una acción varonil. Los judíos son quienes más conocen el hebreo,
y lo traducen en femenino.
4ta. Estrofa:
El ritmo de esta estrofa lo dan tres
verbos en imperativo, donde se consume la súplica iniciada en la
estrofa anterior: Protege (tuére), conduce (adduc) y
recoge (coge) y cada uno de ellos posee un objeto distinto
dentro de la misma Fe. Protección para quienes la siguen, conducción
para los que se perdieron en dicha Fe y colección o cosecha para los
que no ingresaron en ella. Por supuesto, aquí es preciso tomar
distancia de las torpes enseñanzas de Bergoglio, quien seguramente
usaría otros verbos, como escucha, integra o haz un
servicio.
Asseclas diæ fídei tuére,
Tránsfugas adduc ad ovíle sacrum,
Quas diu gentes tegit umbra mortis
Undique coge.
Protege (tuére) a los que seguimos
(asseclas) la fe divina (diæ fídei),
conduce (adduc) a los perdidos
(desertores) al rebaño sagrado (ad ovíle sacrum)
recoge (coge) de todas partes
(undique) a las naciones (gentes)
a las cuales (quas) ya hace tiempo
(diu) cubre (tegit) la sombra de la muerte (umbra mortis).
5ta. Estrofa:
La quinta estrofa presenta a la Reina
Madre de cada cristiano:
Sóntibus mitis véniam precáre,
Adiuva flentes, ínopes et ægros,
Spes mica cunctis per acúta vitæ
Certa salútis.
Implora (precáre), benigna (mitis),
el perdón (véniam) para los pecadores (sóntibus).
Ayuda (adiuva) a los que lloran
(flentes), a los indigentes (ínopes), a los enfermos (ægros),
Brilla (mica) como esperanza para
todos, salud (salútis) certera (certa) en las dificultades de la
vida (acúta vitæ)
El Apocalipsis ha presentado este gran
signo, pero lo contrasta con el signo de la Antigua Serpiente, con la
cual está en una guerra permanente y universal. En esta guerra,
están los que fueron mordidos por la serpiente (sóntibus),
los que sufren las penurias de esta guerra (ínopes), los
enfermos del mal (ægros), los que perdieron la esperanza y
lloran (flentes) y los que padecen las dificultades de la
guerra (acúta vitæ). El signo es de por sí bélico, tal
como lo muestra la quinta antífona de Laudes y Vísperas de este
día:
Pulchra es * et decora, filia
Jerusalem, terribilis ut castrorum acies ordinata.
Eres hermosa * y graciosa, hija de
Jerusalén, terrible como ejército en orden de batalla.
6ta. Estrofa:
La última estrofa, como en todos los
himnos, es una doxología referida a la Virgen María. Aquí se
dirige a la Trinidad, la cual realizó tres actos por las cuales se
la alaba:
1. Otorgarle la corona de la doctrina y
de la Fe (tríbuit corónam).
2. Establecerla como nuestra Reina
(regínam statuítque nostram).
3. Entregarla como Madre de la Humanidad
(Próvida matrem).
Laus sit excélsæ Tríadi perénnis,
excelsa
Quæ tibi, Virgo, tríbuit corónam,
Atque regínam statuítque nostram
Próvida matrem.
Amen.
Sea alabada la sempiterna Trinidad
que a ti, oh Virgen, te concedió la
corona,
y te estableció como reina
y nuestra Madre solícita.
Amén.
La poesía se hizo para el canto. El
canto de la Iglesia, no se acompaña con guitarra. El canto de la
iglesia de occidente, es el gregoriano, que los monjes tradicionales,
cantan sin instrumento de ninguna especie. Para este canto, los
instrumentos no son necesarios. Este es un ejemplo abreviado del
himno, pues faltan dos estrofas.
1
Consiste en cambiar el orden lógico o sintáctico de las palabras.
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