La
presente crisis de la Iglesia, ha aportado un serio cuestionamiento
al dogma de la infalibilidad pontificia. Sobretodo, cuando se observa
la construcción del poder bergogliano, donde ya se percibe
nítidamente cada día más, que se transita de la infalibilidad
pontificia hacia un papado absolutista.
Dentro
de este planteo hallamos desde aquellos que desean ver abolido el
dogma, hasta quienes se lamentan del error del Vaticano I por haberlo
formulado.
Otros
afirmamos dicho dogma y así lo admitimos con las limitaciones que el
mismo dogma conlleva, pero en las circunstancias actuales muchos se
han rodeado de tenebrosas dudas.
El
problema es serio, pues ya no se trata de la infalibilidad
pontificia, sino que en el fondo de la cuestión, existe la duda que
la Iglesia en sí misma no es infalible. Esta es la importancia del
dogma en este momento de crisis.
EL
DESTRUCTOR HANS KÜNG. – Entre
quienes propugnan la abolición del dogma de la infalibilidad
pontificia hallamos a Hans Küng y nos relata Sandro Magister:
A
lo largo de su vida Küng ha querido demoler el dogma de la
infalibilidad papal. El proceso que concluyó en 1979 con la
revocación de su habilitación para enseñar teología católica se
desarrolló justamente a partir de dos de sus libros editados una
década de años antes, titulados: "La Iglesia" es
"¿Infalible? Una pregunta".
Todos
los ensayos escritos por él, basados en este argumento, ...son los
que le han servido de inspiración para pedir públicamente al papa
Francisco el comienzo de "una discusión libre, inevitable y
abierta sobre todas las cuestiones irresueltas y retiradas,
vinculadas al dogma de la infalibilidad". 1
LAMENTO
Y DUDA. – Cuando no existe su
abolición directa, existe el lamento del error por haberlo hecho,
como hacen algunos en estos momentos. Esto lleva por desgracia a la
duda. Dudo, ergo existo:
esta es la gran tesis del modernismo. Todo nace de la duda, el fin
del papado, también.
Brillante
maniobra de Lucifer esta, donde apoderándose de un escandaloso
papado, se introdujo en el lenguaje doble de un astuto constructor
del poder, que para hacerse con él, se hace bendecir por cuanto
hereje se le cruza por el camino.
PODER
PAPAL. – Pero como lo muestra
Sandro Magister, Bergoglio, a quien alguien definió como un
enfermo de poder, no está dispuesto
a dejarse disminuir en su autoridad:
Para
evitar dudas, Francisco confirmó además a los padres sinodales que
"el sínodo se desarrolla 'cum Petro et sub Petro'", no
sólo "con" sino también "bajo" el sucesor de
Pedro. 2
EXIGENCIAS
TEUTONAS. – La lógica es
inevitable. La escuela de Tubinga necesita urgentemente una reforma
del papado para imponer el idealismo teutón y Hegeliano, y de este
modo relativizar la infalibilidad de la Iglesia y supeditarla a las
variantes históricas, siguiendo el recorrido de la visión
hegeliana.
RESPUESTA
PRAGMÁTICA. – Bergoglio en pleno
uso de sus capacidades pragmáticas, les contesta a estos idealistas
teutones, con pragmatismo puro: Si el papado no es de autoridad
absoluta, no se pueden imponer las reformas.
CAMINOS
EN PUGNA. – Dos caminos abiertos
en esta Revolución Vaticana,
abiertos y enfrentados, por el momento en discusiones, mostrando al
mundo católico que esta frágil moneda de las dos caras del dúo
dinámico: Kasper – Bergoglio, todavía se cotiza en el mercado
católico, si bien no se sabe hasta cuando.
PAPADO
ABSOLUTO. – Para Bergoglio, el
poder papal cuanto más absoluto, mejor; por lo tanto no está
dispuesto a ceder un ápice del mismo. Años le llevó construirlo, y
como enseña Maquiavelo, el poder no se regala, se conquista, se usa
y se mantiene a toda costa.
Si
Luis XIV afirmaba: El estado soy yo;
el porteño Bergoglio puede afirmar sin ambages: La
Iglesia soy Yo.
De
esta forma a la Revolución Vaticana
se le abren todos los caminos para la reforma.
CONTEMPORIZANDO.
– Bergoglio, quien sabe olfatear
la coyuntura que lo rodea, es consciente que la reforma tiene sus
límites y dado las circunstancias que le mostraron en el último
sínodo, ha hecho un compás de espera, arrojando documentos para que
“la gilada”
de turno los lea, discuta y construya su acción basándose en ellos;
documentos de doble lenguaje, para que la acción sea de doble fin y
de este modo preparar el terreno a los cambios de la futura reforma.
Del
doble lenguaje, se abren dos praxis pastorales distintas y opuestas,
como primera medida para borrar del orbe católico, la sana Tradición
católica ejecutada hasta este momento.
PERONISMO
“A LA VATICANA”. – Sin
embargo, Bergoglio actúa lo que aprendió del peronismo, que no es
poco; de allí que vemos actuar la política argentina de Perón en
los primeros años de la década del 70:
A
su izquierda se acaricia la escuela de Tubinga
con ese idealismo que él no comparte en absoluto; pues para él todo
se resuelve en el pragmatismo absoluto del Espíritu Santo.
A
su derecha ha calmado los tradicionalistas más duros,
como Mons. Fellay, afirmando que no perseguirá a la FSSPX, si bien
sabe positivamente que son un estorbo para su reforma; pero debe
quemarse incienso sagrado al poder de su figura. Así le prometió a
Fellay una rápida salida a la Fraternidad, y cosa curiosa, ya no
está la aceptación del Vaticano II como exigencia ineludible. ¿Qué
pasó neomodernos? ¡Qué rápido se olvidaron del Concilio!,
sobretodo, cuando se trata del poder y de su mantenimiento.
De
los sedevacantistas,
nadie se ocupa ni se preocupa; pues
son como ese trotskismo político, duro, filosóficamente ultrapuro,
reiterativo y sin repercusión alguna en el frente de batalla: se
parecen más a los tropas en cuarteles de invierno, que a un ejército
en batalla.
Todo
este espectro redunda en el poder absoluto de Bergoglio, quien
trabaja con la masa de los obispos que aún controla y lo siguen como
líder de esta Revolución Vaticana,
hasta sus últimas consecuencias, sin plantearse cuáles
consecuencias les acarreará.
EL
TALÓN DE AQUILES. – Todo este
ídolo bergogliano, tiene un talón de Aquiles, o si se prefiere, sus
pies son de barro. La flecha o piedra que puede dar en sus pies, es
la pregunta: ¿De qué sirve su poder, si no puede implantar las
mínimas reformas requeridas por los conspiradores de San Gallo? Y
aquí es donde la moneda vaticana de las caras del dúo dinámico,
puede dividirse en cualquier momento.
¿DÓNDE
ESTÁ EL PODER? – Como acontece en
política, el poder no está en el número, sino en lo que se es
capaz de hacer, y en este momento, Bergoglio no es capaz de la mínima
reforma; pues todo pasa por mantener su poder nominal dentro del
espectro del frente, extenso y contradictorio. Como muy bien lo
definió Omar Bello en su libro El
Verdadero Francisco:
Si
dejamos de lado esa mirada demoníaca que asocia marketing y mentira
en un mismo combo perverso, y nos reconciliamos con la actividad
capitalista, Bergoglio puede ser considerado un sacerdote marketinero
que sobrevalora el poder de los gestos y, por tal motivo, pone en
riesgo su capacidad de transformar el mundo en serio.
LA
IGLESIA SOY YO. – Todo este
panorama hace, que Sandro Magister manifieste en su artículo la
contradicción existente de la infalibilidad pontificia, donde las
ideas caminan hacia la negación del dogma y la praxis construye un
papado absoluto. Dos caminos distintos y opuestos; pero con un solo
fin: destruir el papado por medio de errores doctrinales y mediante
excesos en las acciones. Por ello leemos:
No
hay nadie más infalible que él [Bergoglio]. Se muestra dispuesto a
rediscutir el dogma de la infalibilidad. Pero en realidad concentra
en sí la plenitud de los poderes, mucho más que sus últimos
predecesores. Y actúa como un monarca absoluto. 3
1http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1351290?sp=y
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