Bergoglio “de Servicio” en una
Sinagoga, celebrando hanukkah en 2012.
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Análisis Crítico de la Homilía del 6
de enero, fijando la nueva enseñanza para esta novedosa iglesia
estructurada a “lo Bergoglio”.
La pastoral misionera es una dialéctica,
aquí entramos en otra de sus más queridas tesis: Servicio contra
Proselitismo.
Este nuevo profeta, para no defraudar a
sus críticos explicará los puntos básicos de su dialéctica
misionera, algo que nadie puede pasar por alto:
Bergoglio inicia su homilía diciendo:
Las palabras que el profeta Isaías
dirige a la ciudad santa de Jerusalén nos invitan a levantarnos, a
salir; a salir de nuestras clausuras, a salir de nosotros mismos, y a
reconocer el esplendor de la luz que ilumina nuestras vidas:
«¡Levántate y resplandece, porque llega tu luz; la gloria del
Señor amanece sobre ti!» (60,1). «Tu luz» es la gloria del Señor.
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El “Santo Padre Francisco”,
que no es ni santo ni Francisco, pues su papado emerge
de la oscura conspiración que forzó una renuncia, nos dice:
[Las palabras del]
profeta Isaías... nos invitan a salir de nuestras clausuras, a salir
de nosotros mismos...
LA
INVITACIÓN QUE ES ORDEN. – Tal
como él lo dice, es una invitación.
Como si le dijera a un amigo, ¿desea venir para almorzar en mi casa?
Sin embargo, el “santo padre”
no se percata que el verbo de Isaías está en imperativo: ¡Levántate
y resplandece...! Me pregunto
como se puede hacer una invitación dando una orden de esta
naturaleza. Entre el “santo padre”
e Isaías, me quedo con el texto de Isaías, no existe invitación
sino orden absoluta.
TODAS
ACCIONES SUBJETIVAS. – La
invitación bergogliana, que en realidad es una orden del
Deutero-Isaías, para el “santo padre”
mueve solo subjetivamente, pues destaca estas acciones interiores:
levantarse, salir de sí mismo, salir de las clausuras.
¡A
CONFUNDIR Y EMBARULLAR! – El
término clausura,
tiene muchos significados. No sabemos si Bergoglio los conoce, pues
no los explica, lo cual es muy bueno para confundir: ejercicio en el
cual se destaca sobremanera. Las confusiones siempre son buenas para
embarullar, o como dicen los porteños, para embarrar la cancha. De
acuerdo al término empleado, los monjes de clausura deben “salir”,
es una invitación-orden claro está.
SOPA
OTRA VEZ. – La
argumentación central de la homilía es algo reiterativo. Es
lo poco que el “santo padre”
aprendió de los Santos Padres, es una idea fija en su cerebro, algo
que dijo desde sus inicios y está clavado en el núcleo de su
ideología; con perdón para quienes ya lo conocen, lo escribo
nuevamente, pues dijo:
La Iglesia no puede pretender brillar
con luz propia, no puede.
San Ambrosio nos lo recuerda con una
hermosa expresión, aplicando a la Iglesia la imagen de la luna: «La
Iglesia es verdaderamente como la luna: […] no brilla con luz
propia, sino con la luz de Cristo. Recibe su esplendor del Sol de
justicia, para poder decir luego: “Vivo, pero no soy yo el que
vive, es Cristo quien vive en mí”» (Hexameron, IV, 8, 32).
LO
PROHIBIDO. – Nótese la
epanadiplosis: no puede ... no puede
que reafirma su idea fija. Veamos ahora lo que no
puede... no puede:
Cristo es la luz verdadera que brilla;
y, en la medida en que la Iglesia está unida a él, en la medida en
que se deja iluminar por él, ilumina también la vida de las
personas y de los pueblos. Por eso, los santos Padres veían a la
Iglesia como el «mysterium lunae».
CRÍTICA A LA IGLESIA. –
Veladamente, esta es una crítica a la institución eclesial;
nada nuevo en él, lo ha hecho en reiteradas ocasiones. Para su
ideología, la institución eclesial cae en el vicio de iluminar con
luz propia. El juicio aplicado a la institución eclesial en su
conjunto es arbitrario y temerario. Que algunos lo hagan, es verdad,
tal como lo hace él. Bergoglio tiene luz propia, su luz no nace de
Jesucristo, y lo demuestra todos los días, como lo demostrará a
continuación.
LAS DOS IGLESIAS. – Por lo tanto
existen dos iglesias, la que critica el “santo padre”
y la que expone San Ambrosio. En lo que sigue de la homilía, me
concentraré en este párrafo:
Para la Iglesia, ser misionera no
significa hacer proselitismo; para la Iglesia, ser misionera equivale
a manifestar su propia naturaleza: dejarse iluminar por Dios y
reflejar su luz.
No hace mas que aplicar la idea eje de su
ideología, archiconocida por todos. Esto tiene sus implicancias,
sobre todo para los misioneros de todo el mundo: a no bautizar
judíos, musulmanes o budistas, pues esto es proselitismo. Las
escuelas católicas, a no dar catequesis, pues esto es proselitismo.
PROSELITISMO
CERO. – Cuando un
político hace proselitismo, explica su ideología y pasa la ficha de
afiliación. Aquí es igual. Según el “santo padre”
no se puede explicar en qué consiste el catolicismo, ni bautizar.
¿Entonces qué hacemos? Y lo dice sin vergüenza de ninguna
naturaleza: dejarse iluminar por Dios y reflejar su luz.
En otras palabras, inacción, inmanencia, inmovilidad. Tan solo
mostrarse.
Pero acontece que el hecho de hacer
proselitismo está ordenado por Jesucsristo mismo:
Id, pues, enseñad a todas las gentes,
bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. (Mateo
28,19,20)
Además anteriormente había dicho:
Necesitamos de esta luz que viene de
lo alto para responder con coherencia a la vocación que hemos
recibido. Anunciar el Evangelio de Cristo no es una opción más
entre otras posibles, ni tampoco una profesión.
LA CONTRADICCIÓN. – Entonces
preguntamos, ¿para qué anunciamos el evangelio de Cristo si no se
hace proselitismo? La contradicción es enorme, el barullo es
monumental; pero intentará salir de ella de algún modo:
Este es su servicio. No hay otro
camino. La misión es su vocación: hacer resplandecer la luz de
Cristo es su servicio.
EL SECTARISMO. – Con esto se
contrapone servicio con proselitismo. Además resplandecen sus
palabras por su sectarismo: No hay otro camino. Por
lo tanto, nadie se dedique a pensar como lo hacemos, solo existe una
forma, la suya, la propia, la sectaria, la que no recibe Luz de
Jesucristo.
LAS GALIMATÍAS DEL SERVICIO. – Y
aquí vienen las preguntas: ¿En qué consiste el servicio?, ¿cómo
se hace este servicio? En el paso siguiente desarrollará su tesis:
Los Magos, que aparecen en el
Evangelio de Mateo, son una prueba viva de que las semillas de verdad
están presentes en todas partes, porque son un don del Creador que
llama a todos para que lo reconozcan como Padre bueno y fiel.
Los Magos representan a los hombres de
cualquier parte del mundo que son acogidos en la casa de Dios.
Delante de Jesús ya no hay distinción de raza, lengua y cultura: en
ese Niño, toda la humanidad encuentra su unidad.
DESTRUCCIÓN DEL LOGOS SPERMATIKOS. –
El servicio se encuentra en las semillas de verdad,
que están presentes en todas partes. Esta es una idea ya
expresada por San Justino, con su logos spermatikos, por
ello...
... la Iglesia tiene la tarea de que
se reconozca y venga a la luz con más claridad el deseo de Dios que
anida en cada uno.
Pero aquí, oh decepción, Bergoglio
destruye el logos spermatikós de San Justino, reduciéndolo a
un simple deseo de Dios.
INTERPRETANDO SU BARULLO. – Para
poner esto en limpio y explicar de algún modo estas galimatías
bergoglianas con palabras simples, digamos que la misión consiste en
el diálogo con judíos, musulmanes, y otras yerbas, para que ese
deseo de Dios sea más claro. Nada de bautizar y hacer proselitismo.
Y para que no entren dudas sigue afirmando:
Este es el servicio de la Iglesia, …
hacer emerger el deseo de Dios que cada uno lleva en sí.
EL INMOVILISMO PRÁCTICO. – ¿Y
para esto vamos a ir a las misiones? Si este es el servicio, ¡me
quedo en casa!
Pero Bergoglio, tiene por momentos
cortocircuitos en su cerebro, pues antes había afirmado:
Muchas personas esperan de nosotros
este compromiso misionero, porque necesitan a Cristo, necesitan
conocer el rostro del Padre.
Ahora bien, este servicio implica un
proselitismo. Peor aun, este servicio no lo puedo dar. Nadie conoce
el rostro del Padre. Dios es apofático. No sabemos cómo es, solo
sabemos que existe. Y reitero. ¿Y para esto vamos a ir a las
misiones? ¿Para dar un servicio imposible de ofrecer?, ¡me quedo
en mi clausura!
Y prosigue:
Como los Magos, también hoy muchas
personas viven con el «corazón inquieto», haciéndose preguntas
que no encuentran respuestas seguras, es la inquietud del Espíritu
Santo que se mueve en los corazones. También ellos están en busca
de la estrella que muestre el camino hacia Belén.
EL CONSULTORIO MISIONERO. – Muy
bien, los que se animen a prestar este servicio, abran un
consultorio de inquietudes. Preguntas y respuestas, ¡pero nada de
proselitismo!
Y escuchamos:
¡Cuántas estrellas hay en el cielo!
¡Oh... cuántas!
Y, sin embargo, los Magos han seguido
una distinta, nueva, mucho más brillante para ellos. Durante mucho
tiempo, habían escrutado el gran libro del cielo buscando una
respuesta a sus preguntas –tenían el corazón inquieto– y, al
final, la luz apareció. Aquella estrella los cambió. Les hizo
olvidar los intereses cotidianos, y se pusieron de prisa en camino.
Nuevamente la homilía se centra en lo
subjetivo:
Prestaron atención a la voz que
dentro de ellos los empujaba a seguir aquella luz –y la voz del
Espíritu Santo, que obra en todas las personas–; y ella los guió
hasta que en una pobre casa de Belén encontraron al Rey de los
Judíos.
¿BUSCAR O RECIBIR A DIOS? – Lamento
afirmar, que el Espíritu Santo no obra en todas las personas. Pues
Bergoglio olvida que para abrir la puerta del alma, se requieren
ciertas condiciones, condiciones que judíos, musulmanes y otras
yerbas, por momentos difícilmente muestren. Entre ellas, no se trata
de buscar a Dios, sino de recibir a Dios. Nadie más cerrado que un
judío o un musulmán, algo ignoto para la ideología bergogliana.
CUANDO LA CABEZA DEFECCIONA. –
Digamos que con estas y otras enseñanzas bergoglianas, el
catolicismo recibe un freno desde su misma cabeza. ¿Quién se va a
dejar frenar? ¡Viva el proselitismo católico! Por esto se
debe anunciar, bautizar y enseñar a los infieles, ya sean judíos,
musulmanes o de otro género, le guste o no le guste a Bergoglio.
LO EVIDENTE. – Por último,
existen personajes que ninguno puede negar que brillan con luz
propia, como Kasper y Danneels; sin embargo no les llega esa
misericordia bergogliana, por la cual los expulsa. La conclusión es
evidente, nos envían una cortina de humo, mientras en sus círculos
áulicos reina la hipocrecía.
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